Riberas de la Sierra de Gata al final de una tarde de verano
Rivera de Acebo al caer la tarde
Comienza el verano en la Sierra de Gata. El paisaje mantiene su verde, pero ahora veteado con trazos amarillos y ocres. Las noches son frescas, pero el día nos recuerda que el estío ha venido para quedarse, con su ristra de olores y sensaciones. Mientras que en el llano el verano es inmisericorde e implacable, en las montañas muestra una cara más amable y menos amenazante. En ello tienen mucho que ver sus ríos y arroyos, la mayoría de los cuales continuan corriendo, como arterias que trasladan la sangre que mantiene vivo el paisaje. Sin agua, el verano sierragatino sería como otro cualquiera.
En las riberas de los principales cauces de la sierra crecen alisos, fresnos, chopos y sauces que conforman un verdadero bosque galería que convierte las orillas de los ríos en verdaderos oasis, con una vegetación exuberante que genera un microclima especial. Son auténticos corredores de vida que recorren la sierra de norte a sur. Junto a las riberas, bajo la sombra de un aliso, el calor del mediodía suena lejano, a pesar de que late con fuerza solo unos metros más allá. Sin embargo, el momento más especial para disfrutar de estos paraísos es al atardecer, cuando el sol comienza a perder fuerza y, lentamente y sin prisa, inicia su retirada. En esas horas finales de la tarde, el tiempo transcurre despacio, parece casi detenerse, y sentado junto a la orilla, el rumor del agua consigue relajarte y llevarte casi a un estado de letargo. No hay momento más bonito en todo el día.
Rivera de Acebo y su bosque-galería
Rivera de Acebo cerca de Perales del Puerto
Fondo de la Rivera de Acebo
Rivera de Gata en las cercanías de Villasbuenas
Rivera de Gata al final de la tarde
Bosque de ribera en la Rivera de Gata
Río Árrago junto a Los Cachones (Cadalso)
Río Árrago junto a Los Cachones
Aliseda junto al Río Árrago
Igual, con el sonido, nos hubiera refrescado un poco más.
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