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Ascendiendo desde Villamiel |
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Camino encharcado tras horas lloviendo |
En invierno la Sierra de Gata parece entrar en estado de hibernación, sus paisajes parecen dormidos, en letargo. Quizás algunos vean el invierno de otra forma, pero para mí el invierno en la sierra es tranquilidad, quietud y una agradable sensación de tristeza. Da igual que el viento azote con fuerza, o que diluvie sin parar, no importa que una lluvia fina cubra las montañas o que un día frío y soleado nos ofrezca una fugaz calidez a mediodía, el invierno parece cubrir el paisaje de un manto mezcla de pereza y aletargamiento. Todo transcurre despacio, lejos del bullicio humano del verano, de la ebullición natural de la primavera o de la explosión de colores del otoño. En invierno casi no hay turistas, la sierra es solo para los lugareños que la viven a su ritmo, sin prisas.
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Robledal e improvisados arroyos |
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Pastos salpicados de jóvenes robles |
Ese invierno se disfruta de forma inigualable paseando por los bosques caducifolios, desnudos, con aire fantasmagórico. Una propuesta es hacerlo recorriendo la ruta que une Villamiel y Acebo, que asciende por un camino hasta llegar a la divisoria de aguas entre la cuenca del Erjas (a la que pertenece el arroyo Lagares) y la de la rivera de Acebo (a la que pertenece el arroyo Lágina). Después descendemos por una cómoda pista hasta la altura de la localidad Acebana, donde giramos a la derecha para descender hacia el pueblo. El camino puede empezar en Villamiel (en su parte occidental, al otro lado de la carretera) o directamente desde el merendero que hay junto a la carretera a San Martín. Los robledales se alternan con zonas de pasto para el vacuno mientras alcanzamos la divisoria y se muestra ante nosotros la mole imponente del Jálama, que ya no nos abandonará hasta el final del viaje. En el segundo tramo el camino es una pista rodeada de matorral con pequeños bosquecillos de robles y unas vistas maravillosas del valle del Lágina, de la Cervigona y el Jálama y del propio pueblo de Acebo.
El día que hice estas fotos una fina lluvia intermitente barría el paisaje y lo convertía en un prototipo del invierno en la Sierra de Gata.
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El monte Jálama, imponente, preside el segundo tramo del camino |
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Bosque de robles |
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Robledal en las cercanías de Acebo |
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Matorral y robles con el Jálama al fondo |
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Arroyo Pasiles, en el camino hacia Acebo |
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Arroyo Pasiles entre robles |
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Acercándonos a Acebo |
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Preciosa vista del Jálama, la lluvia resalta el tono rojizo de los helechos |
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Al llegar a la divisoria de aguas ya vemos al fondo el pueblo de Acebo
y la pista serpenteando en su busca |
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Robledal con Acebo al fondo |
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