El paisaje sierragatino nueve meses después del gran incendio de 2015 (sobre la resistencia del bosque autóctono)


En su momento ya defendí la necesidad de cambiar la política forestal que ha permitido la existencia de amplias áreas en el noroeste montañoso extremeño cubiertas de plantaciones forestales (no bosques) que multiplican la posibilidad de grandes incendios y desastres naturales. En concreto, el pinar (pino pinaster o rodeno) ocupa buena parte de la superficie de Las Hurdes y zonas muy extensas de la Sierra de Gata. 
El incendio de agosto de 2015 provocó un desastre natural de grandes proporciones y quemó miles de hectáreas de pinar pero también, en su última fase, más de mil hectáreas de bosque de alcornoques, robles y castaños. Hoy, nueve meses después, en mayo de 2016, podemos observar claramente el diferente comportamiento que, a corto plazo, han tenido las distintas especies arbóreas frente al incendio

Zona del Camino de los Castaños, Hoyos. Buena parte del robledal ha reverdecido
y el castañar también

Tronco quemado en la zona de Molcalvo. El bosque autóctono
se ha recuperado parcialmente

En la zona de Lameros, en su suelo de cenizas ha nacido un pequeño roble
solo nueve meses después del incendio

Robledal en Lameros muy recuperado del fuego de agosto de 2015

Castañar rebrotado en las ramas en la zona de Lameros

Robledal muy recuperado entre Cilleros y Hoyos

Castaños con brotes en sus ramas en la zona del Camino de los Castaños (Hoyos)

Roble quemado con brotes verdes en el valle del Arroyo de Valdelasheras (Perales)

Alcornoques que han rebrotado después del incendio cerca de Perales

Zona del Canchal del Burro, duramente castigada por el incendio
 y hoy muy recuperada

Valle del Arroyo Valdelasheras arrasado por el fuego
 y muy recuperado nueve meses después, Perales

Castaños recuperados del incendio, en Lameros (Hoyos)

A comienzos del mes de mayo de 2016 recorrí las principales áreas quemadas y sólo con una somera exploración pude advertir la resistencia del bosque autóctono al fuego y su capacidad de regeneración. Después de esa visita pude sacar una conclusiones evidentes (el reportaje fotográfico es de entonces): 
  • Las zonas cubiertas por bosque natural (vegetación potencial) han recuperado un alto porcentaje de su masa forestal, con datos realmente impresionantes: sólo con un vistazo a las áreas afectadas podemos concluir que en torno al 60-70% de los robles se han recuperado, especialmente los árboles de mayor porte; cifras incluso superiores atribuiría sin temor a equivocarme al alcornoque, protegido de forma natural por su corteza; el castaño no ha tenido un comportamiento tan espectacular pero también es destacable su positiva actitud frente al fuego sólo nueve meses después, en torno al 15-20% de los árboles ha rebrotado en rama y un porcentaje superior al 40% lo ha hecho desde la raíz, con lo que aunque en apariencia el árbol está muerto, hay garantías de que en pocos años el castañar volverá lucir con esplendor en las áreas como Moncalvo o Lameros.
  • Las zonas cubiertas por pinar han quedado totalmente devastadas, pudiendo distinguir dos áreas: por un lado la superficie no talada (generalmente de propiedad privada) en la que el pinar quemado permanece tal y como quedó nueve meses antes, con el incendio, y sólo ha crecido en algunos casos un manto verde de helechos  o hierba (aprovechando las cuantiosas lluvias de primavera); por otro lado la superficie talada, claramente mayoritaria, y en la que podemos observar un espacio casi lunar, muy erosionado, en el que la introducción de maquinaria pesada a empeorado momentáneamente la situación y ha dificultado que las lluvias equinociales permitieran el surgimiento de los primeros brotes de sotobosque o helechos. En estas últimas zonas aparecen, como espectros fantasmales, algunos alcornoques que sobrevivieron al incendio a pesar de estar rodeados de coníferas, así como algunos pinos que resistieron el embate de las llamas, probablemente a causa de la velocidad del fuego azuzado por el fuerte viento, que avanzaba con tal ritmo que dejaba algunos árboles por quemar completamente.


Hace nueve meses este prado cerca de Perales era un paisaje negro y arruinado

Castaño rebrotado desde la raíz nueve meses después del incendio

Zona de pinar talada. Situación nueve meses después del incendio

Erosión en zona de pinar quemado y talado después.
El uso de maquinaria pesada ha dejado su huella

Zonas de pinar quemadas y luego taladas

Un eucalipto superviviente solo
 en un lugar hasta hace nueve meses cubierto por un denso pinar

Zona de pinar quemada. Algunos pinos sobrevivieron, el resto fue talado

Pinar quemado no talado cerca de La Fatela

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