Montañas de Villuercas-Ibores

Magnífico ejemplo de relieve apalachense: a la izquierda valle del Almonte (anticlinal), 
a la derecha valle del Viejas (sinclinal)


Berzocana es la puerta al corazón de Villuercas


Vistas desde el Collado del Brazo


El río Almonte se abre paso entre el roquedo poco después 
de pasar junto a Roturas


Vistas desde el ascenso al Pico Villuercas

Vistas desde el Pico Villuercas


Vistas desde el Pico Villuercas. Guadalupe al fondo.


Sierra Palomera vista desde la Sierra de Altamira


Sierra de Altamira vista desde Navatrasierra


                                 Río Gualija cerca de Navatrasierra


Cada vez que me interno en las montañas de las Villuercas e Ibores me quedo abobado ante tanta belleza natural. No han sido muchas las veces que las he transitado, pero que creo que son suficientes para valorarlas en su justa medida. Son un armónico conjunto de sierras paralelas adornadas con imponentes crestas rocosas de muy antiguo origen geológico y que constituyen uno de los mejores ejemplos de relieve apalachense. Los valles que se disponen entre las sierras están surcados por ríos que trasladan las abundantes precipitaciones hacia el Tajo (Gualija, Ibor, Viejas o Santa Lucía) o el Guadiana (Guadarranque, Guadalupejo o Ruecas).
Aunque mi pasión es la Sierra de Gata, valoro cada vez más los impresionantes paisajes de Villuercas e Ibores, con algunos de los entornos mejor conservados y menos humanizados de Extremadura. En algunos valles no hay un solo pueblo (Garganta de Santa Lucía,  Río Viejas) y la escasa presencia humana se demuestra en la enorme riqueza cinegética que atesora la zona. El valle entre la Sierra de Altamira y la Sierra Palomera es un ejemplo. Recorrido por los ríos Gualija y Guadarranque y situado ya mirando hacia la comarca de La Jara extremeña, solo tiene una pequeña localidad, Navatrasierra,  perdida en medio de un maravilloso paisaje en el que abundan encinas, alcornoques y quejigos.


Vista de la Sierra Palomera desde la garganta del Mesto, afluente del Gualija


Robledal con el Cerro Fortificado a lo lejos (cerca del Puerto del Hospital)


No escondo mi pasión por los bosques caducifolios y esos también abundan en esta comarca montañosa. Junto a impresionantes bosques de encinas y alcornoques, la zona atesora grandes quejigares (especialmente en la zona oriental) e importantes robledales y castañares en las zonas más altas y umbrosas. Recuerdo cuando hace muchos años visité por primera vez aquella tierra ascendiendo hacia el nacimiento del río Almonte y quedé alucinado con sus castaños, en ocasiones formando bosques salvajes, en otras cultivados para obtener la tradicional cosecha de castañas otoñal. Recientemente, junto a un amigo, volví a descubrir los grandes robledales refugiados en las zonas altas de la Sierra Palomera, junto al Puerto del Hospital, y recorrí presa de una excitación propia de un niño el castañar cercano a la localidad de Castañar de Ibor.


Sierra de Villuercas, en el corazón del Geoparque Villuercas-Ibores-Jara


Castañares y robledales cerca de la localidad de Castañar de Ibor


Robledal en las cercanías de Castañar de Ibor


Hoy esta zona está protegida de varias formas: es Lugar de Interés Comunitario, ZEPA y, recientemente, ha sido convertida en Geoparque por su gran valor paisajístico, natural y geológico. Gran desconocida para el turismo masivo, la reconfortante sensación de tranquilidad y hasta soledad solo te abandonan cuando visitas algunos de sus pueblos más grandes, especialmente la preciosa villa monumental de Guadalupe con su iniguable monasterio mudéjar. Altamente recomendable perderse entre estas montañas, sin duda.


Vista del valle de la garganta de Santa Lucía
desde el castillo de Cabañas del Castillo


Castaños en el valle de Navazuelas, nacimiento del Almonte


Paisaje apalachense característico de las Villuercas


Valle del río Viejas, entre Castañar de Ibor y Navezuelas






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