EL BOSQUE CUBIERTO DE MUSGO EN EL INICIO DE UNA PRIMAVERA LLUVIOSA
A veces la primavera se vuelve especialmente revoltosa. Si ya de por sí es lluviosa en las tierras sierragatinas, se torna radicalmente húmeda. El olor a humedad lo impregna todo, y especialmente el bosque. Ese bosque que todavía no acaba de despertar de la pausa invernal pero que compensa la falta de verde en sus copas con el festín de verde intenso que nos ofrece el musgo en piedras y troncos. Tengo una verdadera devoción por el musgo, probablemente porque en el llano extremeño, donde vivo habitualmente, es efímero, sometido como está a la brutal presencia de un calor seco que domina el paisaje casi la mitad del año. Cuando paseo por los bosques que rodean el pueblo de Gata ese verde intenso me atrapa, disfruto viéndolo pero también tocándolo, más bien, acariciándolo. Sentir en mis dedos ese alfombra mullida y húmeda que recubre piedras y troncos resulta muy placentero. En esos momentos, cuando paso mi mano por ese tapiz natural, parece que el bosque responde a mis caricias y ofrece ...